Esta foto nos muestra el primer vestigio de uno de los principales hallazgos arqueológicos de la localidad de Guardamar. Corría el año 1897, y en plena planificación del proyecto de repoblación de las dunas, el ingeniero Francisco Mira y Botella, encontraría en medio de las arenas de la actual pinada, una lapida en arenisca roja, con inscripciones árabes. La localización de esta lapida, junto con la presencia de una serie de piedras colocadas que sobresalían de las arenas, le llevó al ingeniero a señalar en el plano de la repoblación como que este espacio era el “pueblo antiguo”. Esta denominación, tal vez algo prematura, llevo a que la tradición popular en Guardamar ha identificado, sin argumentos de base, con el topónimo greco-romano de “Alone” (García Menarguez, 2010).
Esta lapida localizada en el paraje conocido como la Fonteta fue traducida por Joaquín Vaguean y publicada por Francisco Codera y reza lo siguiente:
En el nombre de Alá, el Clemente, el Misericordioso, No (hay) Dios, sino Alá: Mahoma es el enviado de Alá; se concluye esta mezquita en el mes de Almoharren el año tres y treinta y trescientos; Mandó construirla Ahmed, hijo de Bohlul, hijo de la hija de Alwatsecbilá, el que busca la recompensa de Alá;(lo hizo) con auxilio (bajo la dirección a costa) de Mahammand, hijo de Abusalema: ¿Obra de Aben Morra cha?... el constructor.
Sin embargo, a pesar de ese prematuro descubrimiento, el silencio y el paso del tiempo se apoderó del yacimiento, hasta que en diciembre de 1984 comenzaron los trabajos de excavación arqueológica (García Menarguez, 2010). Esta excavación descubrió lo que hoy conocemos como la Rabita Califal, considerado como uno de los conjuntos religiosos más singulares en la cultura islámica en la península ibérica, motivo por el cual la Generalitat Valenciana lo ha declarado BIC (Bien de Interés Cultural).
Este yacimiento presenta una construcción distribuida en tres cuerpos dispuestos en sentido este-oeste. El edificio plantea una serie de pequeñas mezquitas y otras estancias, situadas unas junto a otras. Aparecen dos espacios públicos a modo de calles posicionados en la misma orientación, que estructuran todo el conjunto. Los muros, hoy únicamente constituidos por la piedra desnuda unidos con argamasa, en su época, es decir, el siglo X, estaban cubiertos de yeso y sobre el que habían dibujados múltiples graffitis con textos Corán, o bien pinturas al fresco que se han conservado hasta la actualidad. La cubierta de este conjunto probablemente fuese de materiales vegetales, como hojas de palmera o similares. No olvidemos que en el siglo X, el rio desembocaba en la albufera situada donde se localizan los municipios actuales de Dolores, San Fulgencio y San Felipe Neri, y que la gola de salida al mar estaba muy próxima a esta construcción.
Una de las características particulares de esta Rabita, es la orientación hacia el sur de los muros de la quibla de todas las mezquitas, donde se localiza el mirhab, elementos que indican hacia donde se debe orar. Esta orientación hacia el sur indica que se construyó en época en que la capital religiosa era Córdoba, y no la Meca. Esto se debe a la separación religiosa que supuso la fundación del Califato Omeya de Córdoba, proclamado por Abderraman III en 929. Abderraman III ponía fin así a la supuesta decadencia religiosa del Islam península, frente al califato de Bagdad, y se nombra a si mismo Califa o sucesor del Profeta y jefe de los creyentes. Este califa reorganizaba así la religión en la península, pero también reestructuró su ejército introduciendo a árabes y bereberes en el. Posiblemente la Rabita Califal de Guardamar sirviera de espacio de refugio de tropas, puesto que los usos fundamentales de esta construcción son militares y religiosos.
Probablemente, con la desaparición del Califato Cordobés en el 1031, y la desaparición del poder religioso en Córdoba, junto con la aparición de las taifas, controladas por jefes militares Árabes y Bereberes, llevaran a la pérdida del sentido de uso original de esta construcción. Esto es porque la capitalidad religiosa volvía a localizarse en Bagdad, por lo tanto para estar correctamente orientadas, las mezquitas, estas debían estar orientadas hacia el este y no al sur. A mi parecer, este tal ver podría haber sido el motivo por el que la Rabita se abandonó de una forma tan precipitada como dicen sus restos.
Posteriormente, la acción de las arenas, lo cubrieron en su totalidad, haciéndolo caer en el olvido y a su vez conservándolo para que llegue a nuestros días como un legado de la importancia que ha tenido el espacio donde se ubica nuestro actual municipio, respecto a la historia.
Este yacimiento, es únicamente la punta del iceberg del total del conjunto, puesto que se conoce por radiofotografía, la existencia de una necrópolis situada más al oeste de los restos descubiertos. Sin embargo, la ampliación de la excavación, supondría la desaparición de parte de la pinada, la exposición al aire libre, lo que puede destruir totalmente el yacimiento, y por último el elevado coste de este tipo de excavaciones, hacen inviable la continuación de las excavaciones en este yacimiento. Sin embargo, yo creo que se debería invertir más en la puesta en valor del mismo y en el mantenimiento de visitas guiadas para darlo a conocer. Y esto es, porque puede servir de atractivo turístico de nuestro municipio. En lugar de mantenerlo cerrado y poco accesible al conjunto de la población.
Referencias:
García Menarguez, A. (2010). “Arqueología Islámica en Guardamar. Nuevas Aportaciones”. En Guardamar del Segura Arqueología y Museo (pp 154-169). Alicante. ISBN 978-84-61 4-5275-0.
Buen articulo!
ResponderEliminar